Lechera |
La forma de ordeñar, era manual, y además de ser un trabajo laborioso, había que tener cuidado de que el animal no diera patadas y volcara el caldero.
Ordeñadora |
Habitualmente, la gente se cruzaba con la lechera en la mano para ir a su proveedor en torno a las 9 de la noche, una vez que había regresado la vacada y los dueños habían ordeñado, ya de una manera algo más cómoda, pues se habían introducido las ordeñadoras. También la raza de las vacas ya no era la de antes, sino específicamente lecheras, con lo cual no había que depender de que parieran.
A veces se formaba un poquito de cola, pues se iba demasiado pronto y aún no habían terminado de ordeñar o de volver de las cuadras. Recuerdo haber ido a buscar la leche todos los días, incluso los domingos, a lo largo de los años, a casa de diversos paisanos.
Cuartillo |
Después al llegar a casa, tocaba la tarea de cocer la leche para esterilizarla. Solía usar un cueceleches, un recipiente alto que aún conservo, y había que estar pendiente del tiempo que estuviera en el fuego, porque a la mínima distracción, ¡pum! la leche se salía y ya se armaba un berenjenal tremendo, y además si se pegaba sabía a quemado.
Cuanto mejor era la leche, más nata se producía al cocerla (una capa por arriba), pero a mis hijos no les gustaba y me hacían quitársela.
Mi cueceleches de hace 40 años
Actualmente todo ha cambiado, ya tod@s compramos la leche en los supermercados, y las vacas que quedan en el pueblo, están fuera del casco urbano y su producción está destinada a ser vendida a empresas que vienen a recogerla en camiones.
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