Estos huevos nos los regaló una amiga de Villabrázaro, de gallinas que no comen pienso, que andan recorriendo el corral y picando alimentos naturales: berzas, hierbas, maíz y demás.
Antiguamente todo el mundo tenía sus gallinitas en casa para consumo personal, y podían disfrutar de este tamaño tan enorme, con yemas especialmente amarillas y sabor tan rico, pero hoy en día quedan menos en el pueblo.
Sobra decir que esta calidad de huevos no se encuentra en las grandes ciudades, ni siquiera comprando el tamaño XL de las grandes superficies, así que toca a esperar al verano para degustar las tortillas, huevos fritos y revueltos.
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