miércoles, 20 de marzo de 2024

Tributo a Rosi, mi prima más querida de Villabrázaro

By María Eugenia Morro Geras

Ya han pasado 35 años, así que me sale del alma recordar a Rosi, mi prima más querida de Villabrázaro, inclusive más que mis cinco primas carnales, pues tuvimos mucho roce y compartimos muchas vivencias.

Se llamaba Rosi Rubio Alonso, y en realidad era prima de mi madre Ángela, hija de Estefanía (hermana de mi abuela Angelita) y Genuino. Todo lo que voy a contar aquí es producto de mi memoria, pues hay familiares que no están de acuerdo con que comente nada. Únicamente expongo mi experiencia, mi vida, y salvo su cara y la mía, el resto de las fotos, están pixeladas.

Creo que nació en 1958, y tenía una hermana mayor, Angelines. Sus padres eran muy conocidos, pues durante un tiempo tuvieron en el pueblo una pescadería. Después siguieron dedicándose a las labores del campo y la ganadería. Vivían en la calle de la Cuesta, enfrente de las escaleras que bajan por ese lugar empinado, una casa con fachada blanca y puertas y ventanas verdes, y unas puertas grandes metálicas grises.

Rosi de niña con su familia


Desde muy niña, recuerdo con qué cariño me trataba, y cómo el corral de su casa era una especie de parque temático: podía montar en el tractor, coger huevos de las gallinas en diferentes escondrijos, subirme encima de los establos con tablas rotas, con peligro de caerme, observar al mulo, ver ordeñar una vaca a mano, echar comida a los cerdos, y montarme encima de la “jata, beh!” cual pequeña campeona de un rodeo 😀

Rosi me ayuda a montarme a la jata "beh" en su corral
 

Yo con la jata, como una ganadera del Far West 😅


Ella también venía a casa de mi bisabuela Eulalia, enfrente del Ayuntamiento, y allí en esos corrales llenos de palos y maleza, y paseos por las praderas, disfrutábamos de las tardes. Esa bonita hospitalidad que había antes entre las familias.

Rosi me lleva en brazos en el corral de mi bisabuela Eulalia

Ahora ya no estoy llorando, y estoy en brazos de Rosi tan tranquila en el corral de mi bisabuela


Solía ir a su casa de continuo. A veces me tumbaba en las pirámides del grano recogido, regaba plantas, iba con ella a la bodega que había dentro de su casa, al pozo, al palomar o a coger verduras de la huerta.
También me llevaban a su era y me montaba en el trillo a dar vueltas por allí, relativamente cerca de la Iglesia. Y por la noche, iba a buscar la leche. Desde mi casa, por la calle Silos, siempre me imaginaba que una mano fantasmal se me posaba, y corría mucho hasta llegar allí 😜

Todas esas cosas que a los niños de ciudad ahora les parecen un “mundo”, yo las viví gracias a ella y a sus padres, principalmente.

Nos sentábamos en el patio y quitábamos los granos a las mazorcas de maíz. La primera vez lo hacía con el dedo gordo, y me salió una ampolla tremenda. Después ya me enseñaron a coger una mazorca vacía y extraerlos con ella.

Era una chica guapísima, con grandes ojos y carácter optimista y alegre. La enfermedad creo que apareció en su adolescencia. Los pronósticos no eran buenos, pero ella seguía con su vida.

Le encantaba Roberto Carlos, y cantábamos sus canciones “Lady Laura” y “Yo sólo quiero un millón de amigos”. También vimos una película en TV que se titulaba “Los chicos con las chicas” (1967), que era una canción de los “Bravos”, y la tarareábamos juntas.

A pesar de que la enfermedad atacaba, ella nunca se rindió, siempre fue una luchadora y una pionera. Se sacó en los 70 u 80 el carnet de conducir, y era absolutamente independiente en su coche blanco. Estudió e hizo cursos, aunque no recuerdo de qué materias.

De jovencita, con 19 años o así, se fue a Girona con sus amigas un verano a sacarse un dinero trabajando en la hostelería. No me acuerdo muy bien cómo se llamaban sus amigas, imagino que tenía varias. Marina, hija del pastor y la hija de Toli, Mª Jose, entre otras.

Rosi y yo en la boda de su hermana en 1974, a la puerta de la Iglesia de Villabrázaro

A pesar de las visitas a los médicos en Zamora, y de lo mal que lo pasaba con fiebres y otros mil síntomas, tenía la elegancia de comprarse preciosos vestidos florales combinados con zapatos, de maquillarse a las mil maravillas, de cortarse el pelo a la última. Un ejemplo de fortaleza y ganas de vivir.

No importaba si se le ponía un poquito ancha la cara por la medicación, ella siempre estaba positiva y nunca la oí quejarse.

Desde luego, tampoco renunció al amor. Se casó en 1984 con Jose, un chico que trabajaba en una farmacia de Benavente, y se instalaron en Villabrázaro en la casa paterna, hasta que se pudieron comprar un piso, que con toda ilusión estaban amueblando y decorando...

Rosi el día de su boda en Iglesia de la Virgen del Carmen de Renueva, en Benavente

Tenía que venir muy a menudo a Madrid, al Hospital Universitario Ramón y Cajal, donde había un gran especialista en reumatología que la estaba tratando, pues su enfermedad era mortal; ella lo sabía, pero siempre se aferró a la vida, y a vivirla con toda intensidad.

Me daba consejos de belleza: “depílate las cejas por aquí, no por arriba”, y siempre se enfrentaba a mis padres, que no me dejaban salir de adolescente a Benavente: “¿Por qué no la dejáis? No tiene nada de malo, es una chica responsable y no le va a pasar nada”, pero en ese sentido sus palabras se las llevaba el viento.

Lo más que podían hacer por mí ella y su novio, era invitarme de sujetavelas al cine Coliseum de Benavente. Recuerdo ver dos películas con ellos: “Loca academia de policía” y “Espérame en el cielo”.

Con una sonrisa, cuento esta pequeña anécdota. A los 14 años tuve mi primer amor. Era un chico veraneante del pueblo, de 15 años, Luis, y durante un año nos estuvimos escribiendo cartas. Pero justo en junio, cogimos mis hermanos y yo la varicela, y me pillé un complejo descomunal: pensaba que tenía marcas y marcas en mi cara de porcelana (creo que sólo había dos impercetibles), y decidí no salir de casa en Villabrázaro. Viéndolo hoy es una tontería máxima, pero ya se sabe cómo son los adolescentes de exigentes con su físico.

Luis venía a buscarme a casa, y siempre le decían que no salía. Hasta que un día en las fiestas de Septiembre, volvió a llamar a mi puerta. Esta vez, Rosi intervino. Me dijo que fuera había un chico muy guapo y que me estaba esperando desde hacía mucho rato. Se quedaron abiertas todas las puertas desde el patio hasta la calle, de forma que pude ver sus figuras, ella diciéndole una vez más que no salía. Y así terminó la historia, nunca más le volví a ver, pero Rosi intercedió todo lo que pudo.

En Madrid, paraba en casa de mi abuela Angelita con su madre, con lo cual nos veíamos casi todos los días también en la capital. Esos ingresos continuos, eran demoledores. Cada vez estaba peor. Los médicos hacían todo lo que podían, pero no eran Dioses. Se trataba de Lupus Eritematoso Sistémico (LES) 😪, una enfermedad que a día de hoy no tiene cura, es crónica. El sistema inmunitario del paciente ataca a diferentes órganos y tejidos (puede afectar a la piel, las articulaciones, los riñones, los pulmones, el sistema nervioso, etc.) provocando daño e inflamación.

El día de Año Nuevo de 1989, el 1 de enero, recibimos la terrible llamada del Hospital Ramón y Cajal. A Rosi le había dado un colapso multiorgánico, y no pudieron hacer nada por ella. Falleció sólo con 30 años 😭

Todos se pusieron en marcha para llevarla a Villabrázaro al entierro. Estaba nevando y hacía el frío típico de esa época. A mí no me dejaron ir, porque era muy sensible y mis padres temieron que me afectara mucho; además tenía que cuidar de mis hermanos menores. Fue un trago que jamás podré olvidar, una pesadilla.

Nunca entendí por qué sus padres y su familia quisieron ocultar lo que le pasaba a Rosi, no comprendía que se pudiera culpar a nadie por tener una enfermedad ni física mi mental, pero después de investigar hace unos años el caso del asesinato de mi tatarabuelo Dionisio, até cabos. En el pueblo hay mucha gente buena, pero otra que se alegraba del mal ajeno, y sus padres no querían que le desearan mal a su hija, por eso siempre se cubrió esta historia con una extraña bruma.

Sobra decir que sus padres nunca se recuperaron de este mazazo. Aunque tenían otra hija y nietos, su hija pequeña y todo lo que pasaron con ella, les destrozó. En los últimos años les iba a visitar, pero no tenían ninguna alegría después de tanto tiempo: les animaba a que fueran a la comida de la Asociación la Magdalena, pero siempre decían que no les apetecía.

Mis padres la querían como una hija, y a día de hoy van al cementerio del pueblo y siguen limpiando su tumba. Aunque no hablamos de ella, está siempre presente, porque es mi “primer ángel del cielo” 😇. Después fueron llegando más...

Desde aquí quiero homenajearla, porque fue una jabata, una persona que nunca se rindió ante la adversidad, que apostó fuerte por la vida, que quería a su pueblo, a su familia, a sus amistades y que demostró ser una buena chica, una villabrazarina ejemplar.

Ojalá más personas la recuerden, y puedan comentarme algo bonito sobre ella.

Como siempre, y por siempre, este poema va para ti, Rosi. Te quiero mucho y nunca te olvidaré.

In Memoriam

2 comentarios:

  1. Me ha encantado. Vivia muy cerca. Te entiendo lo que dices que hay un reparo general en Vb. a hablar en público por "el que dirán", pues en Vb. hay sinverguenzas, que los hay y algunos "cuitados". Cuesta mucho mantenerte en el terreno de enmedio, aunque no te metas con nadie. Yo soy de los que no me callo. Y creo que mientras recordamos mantenemos vivos a los recordados. Yo en esa epoca ya estaba fuera de casa y con hijos. Hoy comouisimo médico conozco el lupus y tengo un amiguisimo médico con lupus y está relativamente bien, cronificando la enfermedad y hace vida normal y desde luego no es contagioso y no lo esconde. Pero el no se esconda no quiere decir que el que lo que lo quiera esconder no tenga que tener todo el respeto. Yo que tengo 11 años más que tu prima, como estaba fuera de casa la recuerdo muy poco, aunque sabía por mi familia lo que pasaba. Y desde luego apreciaba a genuino y a Estefania, aijada de mi madre.

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    1. Muchísimas gracias por tu comprensión y cariño, y por todas las cosas que comentas. Siempre aportas mucho con tus comentarios. Un fuerte abrazo

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Gracias por participar en Villabrázaro Vivo

© Ángela & Mª Eugenia

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