Por lo que me ha contado mi madre, sé que el parto fue en casa, asistida sólo por la comadrona, la señora Sofía, abuela de Sofía Ferrero (no venía el médico). Eran esos fríos inviernos de hace bastantes años, cuando Castilla era la Vieja Castilla, cuando el viento, las heladas, cencelladas y niebla cubrían el pueblo. Afortunadamente todo salió bien y mi madre se fue recuperando poco a poco.
Fui la primera hija de Faustino y Ángela, y vivíamos en una casa de mis abuelos paternos, posteriormente habitó mi tía María Geras, en la Travesía de las Bodegas Nº 5.
En aquella época, era costumbre que la madre estuviera sin salir de casa un mes. Después había que cumplir con la tradición: ir a la Iglesia a llevar una cesta con ofrendas.
Nací rubia, aunque después me volví morena-castaña, como me habéis conocido.
Cuando Manín pasaba por la calle mientras estaba sentada en mi puerta de chiquitina, me decía: "¡Rubia!", y yo le contestaba con lengua de trapo: "¡Y tú meneno!" (y tú moreno). Según me han contado, era una niña muy espabilada.
Hasta que me tuve que ir a Madrid a los 10 años, me pasaba el día en el colegio, jugando y entrando y saliendo de casas de familiares y amig@s. Recuerdo mucho ir donde mis abuelos, donde mis padrinos (Caela), mis tías Estefanía, Araceli, de Fabriciano, etc. Eran otros tiempos, en que las puertas estaban abiertas para los niños y niñas, donde siempre te recibían bien y te daban uvas, frutos secos y merienda.
Después, a los dos años y medio, nació mi hermano Tomás y la felicidad de mis padres fue completa, y también la mía, que tenía de quien ocuparme y con quien jugar. Lo más triste, fue quedarme huérfana de padre a los 5 años, pero al ser tan pequeña, apenas guardo recuerdos. En general, viví una infancia humilde, pero feliz.
Hoy en día las cosas son muy diferentes. Celebro mi cumpleaños en Madrid, rodeada de mi marido, mis hijos, mis nietos y demás familia, y todo es fenomenal, me hacen regalos y me siento muy querida, pero nunca olvido mis orígenes, y aquellos tiempos en que correteaba por las calles de Villabrázaro.
Seguiré volviendo al pueblo siempre que pueda, pues es un referente en mi vida, y teniendo allí mi casa y la de mi madre, un motivo para regresar muchas veces. Disfruto de cada viaje, y siempre encuentro motivos para sacar fotos por donde paso, que después comparto con mucho gusto en la Página de Facebook y en X (twitter) de Villabrázaro Vivo!.
¡Nunca me cansaré de visitar Villabrázaro, mi tierra, la tierra de mis antepasados, muy orgullosa de ser zamorana y contenta de seguir cumpliendo años!
La foto más antigua que tengo, con 5 años, en un estudio de Benavente. Mi hija me dice que salgo muy guapa y que tengo coloretes de Heidi